Debemos proteger y restaurar los ecosistemas de la Tierra. El fitoplancton, los arrecifes de coral, los bosques, las sabanas, las praderas, los humedales, las turberas, los suelos, los manglares y las hierbas marinas contribuyen en gran medida a la captación del CO2 atmosférico. Las plantas, los animales y los microorganismos marinos y terrestres desempeñan un papel importante en el ciclo y el almacenamiento del carbono y los nutrientes. Debemos reducir rápidamente la pérdida de hábitat y de biodiversidad, protegiendo los bosques primarios e intactos que quedan, especialmente los que tienen grandes reservas de carbono y otros bosques con capacidad para secuestrar rápidamente el carbono (proforestación), al tiempo que se aumenta la reforestación y la repoblación forestal cuando sea apropiado a escalas enormes. Aunque la tierra disponible puede ser limitada en algunos lugares, hasta un tercio de las reducciones de emisiones necesarias para 2030 para el acuerdo de París (menos de 2°C) podría obtenerse con estas soluciones climáticas naturales (Griscom et al. 2017)